¿VAMOS AL FONDO A LA DERECHA?
El desempeño económico del año 2022 va a estar definido por la forma en la que se resuelva el conflicto con el Fondo Monetario Internacional. Superados los efectos más duros de la pandemia, este es el principal escollo que tiene la economía argentina hacia adelante. El gobierno busca crear un estrecho sendero entre dos grandes posibilidades dicotómicas en la negociación con el FMI. A grandes rasgos, existen dos alternativas.
En un camino, el acuerdo podría implicar un tradicional programa fiscal y cambiario del Fondo, ligeramente aliviado por la ausencia de reformas estructurales en el régimen laboral y de privatizaciones. Traducido en medidas, implicaría un ajuste del tipo de cambio más brusco, fuerte suba de tarifas y contracción del gasto público. El giro ortodoxo del oficialismo implicaría, con matices, la continuidad de una línea más o menos ortodoxa pero alineada con el organismo por parte de las dos grandes fuerzas políticas que, hasta la última elección, siguen organizando el sistema político: el Frente de Todos y Juntos por el Cambio. En términos económicos, los efectos de estos programas son sabidos: pérdida del poder adquisitivo de los ingresos de las mayorías, con reducción de la demanda interna provocando la interrupción de la reactivación económica. En términos políticos, reduciría el caudal electoral del Frente de Todos de cara a 2023, mientras crece el descontento de la población con los “políticos” y aumenta el caudal electoral de las posiciones extremas.
El otro camino es avanzar con lo que se tiene, al estilo del modelo Duhalde-Lavagna-Kirchner. Los primeros, más por fuerza y negativa del Fondo que por convicción propia, tuvieron que tomar las medidas que necesitaba la economía argentina para salir de la debacle sin la venia externa. Kirchner comprendió que el resultado de la negociación con el Fondo dependía de la situación interna, y no al revés. De hecho, el Fondo firmó un acuerdo cuando su aporte ya resultaba prescindible y la economía argentina se recuperaba por sus propios medios. Fortalecer el empleo y los ingresos en la base social, en un esquema que no sea simplemente la posición heterodoxa ingenua de gastar, estimular la demanda y crecer hasta pegarse la frente con la brecha externa, sino hacerlo en los sectores que solucionan problemas sociales urgentes, generan mucho empleo y requieren pocos insumos importados. Elegir dónde y con quiénes crecer. La escasez de divisas pone un límite muy concreto a la política de reactivación tradicional que no puede desconocerse. [...]
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