LA POLÍTICA ECONÓMICA EN EL LABERINTO DE LA REESTRUCTURACIÓN
La política económica del gobierno ha puesto como prioridad una reestructuración rápida de la deuda, aún a costa de mantener la economía en el letargo. Alberto Fernández eligió el camino del medio entre quienes le recomendaban una negociación pro-mercado, aceptando las reformas estructurales impulsadas por el fondo, y quienes planteaban priorizar una rápida recomposición económica y social, aún cuando ello implicara entrar en cesación de pagos con la mayor parte de los acreedores. Los ejes de la política de negociación con los acreedores giran en torno a evitar el default intentando una rápida restructuración con quitas a los bonistas privados; rechazar las reformas estructurales y el ajuste del gasto real que recomienda pero concediendo un programa tendiente al equilibrio fiscal que pondera una mejora del gasto social, incrementos de impuestos a los que más tienen y cierta parálisis de la obra pública; y una política cambiaria, de tarifas y de ingresos que prevé convivir con una inflación moderada sin grandes cambios distributivos.
De esa manera, las previsiones económicas aún en el caso de una exitosa reestructuración de la deuda son moderadas. El mercado interno se mantendrá relativamente estancado dado un consumo y gasto público realcon bajas perspectivas de crecimiento,yuna inversión que difícilmente sea el motor de la recuperación dada la capacidad ociosa reinante en el aparato productivo.Por el lado del sector externo, el bajo nivel de actividad acompañado de fuertes controles a la importación son claves para mantener un importante superávit comercial. Los controles cambiarios para mantener a raya la fuga de capitales y el esperable incremento de las exportaciones por el desarrollo de los combustibles no convencionales, son las claves para generar el saldo en divisas que permita ir cumpliendo con los compromisos de unadeudaque, aún reestructurada, seguirá pesando fuerte sobre nuestras espaldas económicas.
Pero la táctica de reestructuración oficial no está libre de riesgos. El apoyo del FMI a la quita sobre los bonistas privados puede implicar concesiones que condicionen a corto y largo plazo la economía nacional (mantener acuerdo UE-MERCOSUR, presiones para recomponer tarifas de servicios públicos, al ingreso de importaciones y giro de dividendos, etc.). Por otro lado, el capital político inicial del Frente de Todos se diluye a la espera de una reestructuración que puede dilatarse mucho más allá de marzo si los fondos privados no aceptan la oferta argentina. Se genera de esa manera un “apuro” para cerrar la restructuración que, al mismo tiempo, debilita la posición argentina en la negociación. Tampoco hay que descartar que las potencias que gravitan tras el FMI, corran el arco a la hora de negociar el esquema de pagos al organismo, buscando mayores concesiones a cambio de posponer los vencimientos. [...]
Seguir leyendo AQUI