La aplastante victoria del peronismo en las elecciones bonaerenses señaló el fin de la licencia social de la que gozaba el plan de estabilización libertario.
Si el Gobierno se empeña en sostener el actual programa económico, se acentuarán la suba de tasas y la venta de dólares futuros y presentes.
El poder de fuego del Banco Central para sostener el dólar hasta octubre representa unos USD 20.000 M, el equivalente al último crédito tomado con el FMI, que se irían por la canaleta de la fuga de capitales en este escenario.
Vender reservas mientras se amplía la liquidez en pesos post octubre vía dólar futuro y pasivos remunerados a tasas récord, es una buena forma de asegurar un estallido cambiario después de las elecciones de octubre.
La sustitución del ministro Caputo por Federico Sturzenegger, acompañada de la decisión de dejar flotar el dólar, podría derivar en una espiralización inflacionaria que acentúe la corrida cambiaria.
Las alternativas para intentar sostener la gobernabilidad son la de abrir el gobierno a una transición negociada, con una devaluación controlada y el regreso a las restricciones a la compra de divisas.
La reestructuración de la deuda externa se vuelve el escenario más probable, siendo el debate si se tratará de una reestructuración “amigable” (vía fuerte incremento de los compromisos futuros), dura (con quita) o directamente se entrará en una cesación de pagos.